En 2015, 1.6 millones de personas murieron como consecuencia directa de la diabetes. Y para 2030, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que será la séptima causa de mortalidad, pero lo cierto es que tanto la mortalidad por diabetes como las complicaciones a la salud que ésta puede generar son prevenibles con un buen manejo de la enfermedad sostenido en el tiempo. 

Esta enfermedad crónica  aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no la utiliza de modo eficiente. Cuando esto ocurre, el cuerpo no regula bien los niveles de azúcar (glucosa) en sangre y esta tiende a acumularse. Si la diabetes no se controla, aparece la hiperglucemia -aumento del azúcar en la sangre- y con el correr del tiempo los órganos y sistemas sufren serios daños.

En la diabetes de tipo 1, no produce insulina, por lo cual, quienes tienen esta variante de la enfermedad tienen que administrarse a diario análogos de esta hormona. Hasta el momento, no se conoce qué la causa y no puede prevenirse. 

Distinto es lo que sucede con la diabetes de tipo 2, que representa la mayor cantidad de casos en el mundo. Se da cuando el organismo produce menos insulina, de mala calidad y ésta no es eficiente. Y existen  factores que pueden ayudar a prevenir y retrasar su aparición.

La importancia de una vida saludable

Comer bien, hacer ejercicio con regularidad, mantener un peso normal y no fumar son consejos que cualquier médico le daría a cada uno de sus pacientes. Ahora bien, en las personas con diabetes de tipo 2 (o en quienes se encuentran al límite de padecerla) llevar un estilo de vida saludable es  -más que un consejo- una indicación que, sumada a la medicación recetada por el especialista, previenen y retrasan el desarrollo de la enfermedad.

 

En este sentido, se ha demostrado que simples cambios de conductas alimentarias y evitar el sedentarismo hacen una gran diferencia. Tanto para prevenir la diabetes de tipo 2 como para evitar sus complicaciones se recomienda hacer al menos media hora de actividad física de intensidad moderada por día y llevar una dieta equilibrada y variada.

Pero además de llevar una alimentación saludable, practicar ejercicio y cumplir con el tratamiento dispuesto por nuestro médico, existe otro factor relevante a la hora de controlar esta enfermedad: el descanso.

Causa y efecto. Los pacientes de  diabetes de tipo 2 suelen sufrir trastornos de sueño y, al mismo tiempo, quienes descansan menos de seis horas diarias corren un mayor riesgo de padecer esta enfermedad. ¿Por qué?  Dormir poco reduce la curva de tolerancia a la glucosa, mientras que la diabetes deriva en una serie de condiciones que dificultan alcanzar un sueño reparador.

Las personas que no descansan bien experimentan una suba del nivel de cortisol y de la hormona del crecimiento que, a su vez, incrementan la secreción de otras sustancias que favorecen la suba de peso y la resistencia a la insulina. Así, puede ser que comiencen a desarrollar esta enfermedad de forma silenciosa y recién detectarla cuando está establecida.

Por otra parte, muchos pacientes ya diagnosticados tienden a sufrir algún tipo de trastorno del sueño como insomnio, apnea y poliuria (que es la necesidad de orinar con mayor frecuencia, incluso durante las noches) lo que los lleva a tener un descanso interrumpido y de baja calidad.

Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS) Instituto de Investigaciones del Sueño (IIS)

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