La fibromialgia es una enfermedad descripta como “reumatismo no articular”, según la clasificación internacional de las enfermedades (CIE-10). Fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1992, al igual que todas la asociaciones médicas internacionales, aunque no se logró describir aún por qué se desarrolla.

El diagnóstico es clínico, ya que no es advertida por pruebas de laboratorio: los resultados de radiografías, análisis de sangre y biopsias musculares presentan valores normales. Además, un examen físico general que revise la movilidad articular, el equilibrio muscular o la exploración neurológica, tampoco arroja signos anormales.

La tarea del especialista clínico implica la palpación en el sector en que el paciente manifiesta dolor. La presión en la zona es fundamental.

Está caracterizada por un cuadro de dolor musculoesquelético crónico y generalizado, que no se puede explicar a partir de alteraciones u otras enfermedades. En términos concretos, se trata de un problema que afecta la calidad de vida de los pacientes.

Los números que se desprenden de la población estudiada indican que la fibromialgia afecta principalmente a las mujeres y es la causa más frecuente de dolor osteomuscular generalizado y crónico. Según la opinión de los especialistas, la enfermedad genera un impacto en las áreas sociales del paciente, tanto en el plano laboral como en el familiar.

¿Cuáles son los síntomas?

Aunque persistente, el dolor suele ser difuso y se caracteriza por la sensación de quemazón o del tipo punzante.

¿Dónde suele manifestarse?

Los casos se registran frecuentemente en hombros, rodillas, muslos, brazos y la zona lumbar o cervical. En líneas generales, el dolor se acrecienta con temperaturas frías, infecciones, al tiempo que el estrés y la falta de sueño empeoran el cuadro.

Los síntomas pueden estar acompañados de agotamiento o fatiga regular, de moderada a severa, sin causas determinadas. Muchos pacientes presentan trastornos en el sueño o problemas para conciliarlo.

También se suman a la lista de síntomas asociados cefaleas, malestar abdominal, parestesias, entumecimiento y mareos. También los síndromes de colon irritable y de vejiga irritable o la rigidez del cuerpo.

Fibromialgia y psiquis

Pese a que no se trata de una enfermedad mental, tres de cada diez pacientes presentan cuadros de ansiedad o depresión de forma preexistente. A la vez, está asociado con trastornos cognitivos, con dificultades de concentración o para retener información.

Historia de la enfermedad

La primera vez que alguien utilizó el término fibromialgia fue en 1975, cuando el médico Kahler Hench se refirió con ese término al describir el dolor muscular sin inflamación. 15 años más tarde, el Colegio Americano de Reumatología (CAR) determinó los criterios para su clasificación y en 1993 la OMS tipificó la enfermedad.

Los tratamientos

En la actualidad no existe un tratamiento curativo aunque resultados positivos con tratamientos interdisciplinarios. Los ejercicios aeróbicos, de fortalecimiento muscular y de estiramiento o flexibilidad, junto con técnicas de relajación para aliviar la tensión muscular y la ansiedad, son herramientas ponderadas.

Respecto al tratamiento farmacológico, existen drogas aprobadas que demostraron eficacia en el manejo de los síntomas.

También son utilizadas las terapias Cognitivo-conductual, Mindfulness, Kinesiología, Terapia ocupacional, Musicoterapia, Terapia Recreacional y Danza Terapia.

Fuentes: OMS (Organización Mundial de la Salud)

INECO: Instituto de Neurología Cognitiva

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