Con frecuencia, los familiares que se hacen cargo del cuidado de pacientes con Alzheimer pueden desarrollar secuelas físicasy mentales y sociales.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó un programa de formación que además de contribuir en el rol que desempeñan los cuidadores, resguarda aspectos de su salud. Ya es utilizado en ocho países, conscientes de que esta compleja enfermedad puede ser apabullante no solo para quienes la padecen, sino también para sus cuidadores. 

El departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS consideró en sus últimos postulados que un elemento fundamental en los planes que cada país articula para tratar los casos de demencia en la sociedad es el “apoyo a los cuidadores de las personas con esa enfermedad”.

“Muy a menudo, los cuidadores de las personas con demencia suelen ser familiares que necesitan hacer cambios importantes en su vida personal y laboral para poder cuidar a su ser querido”, indicó en el portal de la OMS, la directora del departamento antes citado, Dévora Kestel.

Bajo esas directrices, la OMS constituyó el programa iSupport, una plataforma online para cuidadores de personas con demencia. Allí hay una batería de consejos sobre las tareas de cuidados, la forma de actuar ante cambios en el comportamiento de los pacientes y cómo cuidar de su propia salud.

Una frase muy común en medicina es que cuando se diagnostica un caso de Alzheimer, también hay un futuro segundo paciente: el cuidador principal del enfermo, porque ese rol requiere una exigencia física y mental que produce alteraciones físicas y psicológicas que se conocen, justamente, como “el síndrome del cuidador”.

Entre las características más salientes se destacan las que repercuten socialmente: el cuidador prioriza las necesidades de enfermo y deja en un segundo plano aspectos centrales de su propia vida. Las causas del fenómeno se explican por la falta de concienciación y comprensión de la demencia, que se manifiesta como Alzheimer en el 70 por ciento de los casos.

Según la OMS, el impacto de la demencia en los cuidadores, la familia y la sociedad “puede ser de carácter físico, psicológico, social y económico”. 

“A menudo surgen presiones físicas, emocionales y económicas que pueden causar mucho estrés a las familias y cuidadores, que necesitan recibir apoyo por parte de los servicios sanitarios, sociales, financieros y jurídicos pertinentes”, sostiene la organización en unos de sus artículos publicados.

La OMS clasificó a los cuidadores en función de varios aspectos: la relación con el enfermo (cónyuge, hijos, parientes políticos, amigos o vecinos); Disposición en la vivienda (si tanto el cuidador como el cuidado comparten el techo); y por último si se trata de un cuidado esporádico o regular.

Consecuencias físicas y mentales

La OMS considera factores de estrés primarios a los que se desprenden del tiempo dedicado al enfermo. Y secundarios a aquellos que surgen de las propias exigencias laborales del cuidador, la tarea del cuidado de su propio entorno.

El cuidador de una persona con Alzheimer se enfrenta a problemas físicos, ya que son más vulnerables a problemas de fatiga, malestar general, trastornos del sueño, dolores de cabeza y anemia, entre las más leves y a dolores articulares, diabetes, obesidad, riesgo metabólico y altos niveles de hormonas del estrés, que inevitablemente y en conjunto configuran un sistema inmunológico más débil.

También se registran casos de deterioro cognitivo y falencias cardiovasculares. Con frecuencia, el cuidado de los enfermos opaca sus propios trastornos y soslaya acciones preventivas de salud.

Entre los trastornos psicológicos se registraron casos de tristeza, desesperación, desesperanza, indefensión, enfado, irritabilidad, preocupación o culpa. En casos extremos, algunos cuidadores desarrollaron depresión, situaciones que se acentúan cuando el enfermo de Alzheimer al que atendían fallece.

Los médicos consideran que una de las primeras alarmas que deben atender los cuidadores son la alteración del sueño, pérdida de energía o agotamiento crónico. Los problemas de memoria o concentración, palpitaciones, temblor de manos o molestias digestivas, incremento o disminución del apetito, irascibilidad, cambios frecuentes de humor, son indicios de que el síndrome del cuidador está presente.

¿Qué hacer para evitarlo?

Entre las consideraciones, se destacan respetar el sueño y tener rutinas de ejercicio. Además, sostener tiempo para el ocio y amistades. Establecer límites a las labores de cuidado sin acarrear sentimiento de culpa y lograr pedir ayuda familiar.

Ingresa con tu usuario de asociación

o    

¿Olvidó sus datos?

Create Account