También puede afectar a hombres, niños y adolescentes y no es contagiosa. Sus síntomas son muy amplios y aún no se conoce la causa que la origina.

Cuando a Emilia S. le comunicaron el diagnóstico, tras haber sido internada de urgencia, no pudo creerlo. Habían sido semanas de una fatiga tan extrema que casi no le permitía salir de la cama, con un dolor profundo en las articulaciones, hinchazón de las manos y alrededor de los ojos, cefaleas, dolor en el pecho al inspirar hondo, sensibilidad a la luz, pérdida de cabello, problemas renales y una erupción que cubría sus mejillas con una particularidad: le hacía recordar a la forma de una mariposa.

Estos son algunos de los síntomas más comunes del lupus, una enfermedad crónica autoinmune cuyos pacientes son, en 9 de cada 10 casos, mujeres (especialmente entre los 15 y 50 años), pero también afecta a hombres, niños y adolescentes. El propio sistema inmunológico de la persona enferma ataca el tejido sano del cuerpo, en lugar de defenderlo contra agentes externos.

El lupus afecta con mayor frecuencia a la piel, las articulaciones y órganos internos como el corazón, los pulmones y (tal el caso de Emilia) los riñones. Puede provocar coágulos sanguíneos y anemia (baja cantidad de glóbulos rojos). Es una gran inflamación y como actúa sobre muchas partes del cuerpo los síntomas varían mucho de persona a persona. No todos los pacientes tienen los mismos síntomas, ni todos los tienen todos juntos.

Aun cuando no hay estudios epidemiológicos oficiales, se estima que en la Argentina el lupus afecta a 1 persona por cada 2.000 habitantes.

Puede suceder, por ejemplo, que los dedos de las manos y los pies se pongan blancos o azules y se sientan entumecidos cuando una persona tiene frío o está estresada.

Además, es factible que los síntomas del lupus aparezcan y desaparezcan y que cambien con el tiempo. A menudo, el lupus se intensifica y los síntomas empeoran durante algunas semanas, a veces más, hasta que se calman (remiten). ¿Por qué sucede esto? No se sabe con precisión.

Emilia tuvo su diagnóstico hace ocho años, ahora está controlada y no ha tenido síntomas desde hace 3, habiendo transcurrido dos embarazos saludables.

Hay cuatro tipos de lupus: el eritematoso sistémico (LES, que es el más común y serio y que puede afectar a casi cualquier parte del organismo); el lupus cutáneo (o discoide, que se limita a la piel); el lupus inducido por medicamentos y el lupus neonatal, una enfermedad poco común que afecta a los bebés de mujeres que tienen lupus.

No se conocen las causas del lupus, aunque puede haber un componente hereditario. Los expertos también creen
que se desarrolla en respuesta a ciertas hormonas (incluyendo el estrógeno) o desencadenantes ambientales capaces de provocar síntomas o empeorarlos.

El 90 % de las personas con lupus desarrollarán artritis, rigidez y dolor articular fuerte, en general en manos y muñecas, durante la mañana y que van mejorando a lo largo del día.

No hay un estudio único que permita tener un diagnóstico definitivo del lupus y es una enfermedad que suele ser confundida con otras, razón por la cual hay pacientes que llegan a deambular de consultorio en consultorio hasta recibir un diagnóstico certero. Las herramientas para diagnosticarla son muy variables: examen clínico completo, análisis de sangre, biopsia de piel y de riñones.

El médico de cabecera para tratar el lupus es el reumatólogo, pero el paciente suele necesitar un equipo de especialistas: así es como suele haber un inmunólogo clínico que trate las afecciones del sistema inmune, un nefrólogo para los trastornos renales, un hematólogo, un dermatólogo; un neurólogo, un cardiólogo y un endocrinólogo.

Luego de establecido el diagnóstico, los especialistas pueden ofrecer un tratamiento para la enfermedad, de acuerdo con la condición del o la paciente.

Como no hay una cura, los especialistas apelan a cambios en el estilo de vida y a diversos medicamentos que ayuden a controlar los síntomas.

Los objetivos básicos son prevenir las crisis, tratarlas si aparecen, reducir el daño a los órganos afectados, disminuir el dolor y la inflamación, fortalecer el sistema inmune y equilibrar el nivel de las hormonas.

Pueden indicarse fármacos antiinflamatorios; otras medicaciones para la fatiga y problemas de piel y articulaciones; para los casos más graves, se utilizan medicaciones más complejas que actúan sobre el sistema inmune para reducir la cantidad de anticuerpos en la sangre.

También puede ser necesario recurrir a drogas vinculadas con problemas que el lupus puede empeorar, como el colesterol elevado, la hipertensión arterial o diversas infecciones.

Fuentes:
– Asociación Lupus Argentina.
– Lupus: Foundation of America.
– Lupus Research Alliance.
– NIH: National Institute of Arthritis and Musculoskeletal and Skin Diseases.

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