La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central, que se caracteriza por convulsiones recurrentes que, en términos generales, comienzan a aparecer durante la infancia o en la adolescencia tardía. 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que alrededor de 50 millones de personas en el mundo tienen epilepsia, cifra que en la Argentina asciende a unas 200.000. Cada año 2,4 millones de nuevos casos de epilepsia son detectados en todo el planeta. 

Sin embargo, la OMS detalla que alrededor del 70% de las personas responde al tratamiento. Sin embargo, en el resto de los casos las convulsiones no se logran controlar con medicamentos anticonvulsivantes: los estudios sugieren que este tipo de epilepsia se presenta en aproximadamente un tercio de los adultos y en entre un 20% y un 25% de los niños.

En general, cuando las convulsiones no pueden ser controladas por dos fármacos (administrados juntos o por separado) los especialistas consideran que se está frente a lo que se denomina como epilepsia refractaria. La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE) ha propuesto que se emplee la definición de epilepsia farmacorresistente.

Si la epilepsia es resistente a los medicamentos, es importante que la persona consulte con un especialista que pueda evaluar por qué los medicamentos anticonvulsivos no surten efecto y si existen mejores opciones de tratamiento. Estos fármacos deben haber sido elegidos apropiadamente para el tipo de convulsión de la persona, ser tolerados por el paciente y probados solos o junto con otras drogas anticonvulsivas.

¿Por qué puede darse la resistencia a los medicamentos? El médico tratante deberá primero constatar que no sea consecuencia de, por ejemplo, la no adherencia al tratamiento, que las convulsiones en realidad no sean epilépticas, que haya habido un diagnóstico erróneo del tipo de convulsión o síndrome de epilepsia, el uso inadecuado de medicamentos y problemas en el estilo de vida de la persona. 

Algunos pacientes con epilepsia refractaria tienen oportunidad de recurrir a un tratamiento quirúrgico que controle las convulsiones. Pero no todas las personas con epilepsia fármacorresistente son candidatas para una cirugía (o no están dispuestas a considerar dicha opción) y entonces el especialista puede considerar una variedad de otros tratamientos de otra índole, que incluyen neuroestimulación periférica o central, dieta cetogénica (que tiene más de 100 años de experiencia en la reducción de convulsiones y consiste en modificar estrictamente la dieta restringiendo la ingesta de hidratos de carbono e incrementado la de grasas) y enfoques complementarios y alternativos, que en algunos síndromes que originan convulsiones han demostrado beneficios, como la administración controlada de aceite de cannabis.  

Fuentes: Epilepsy Fundation. Liga Internacional contra la Epilepsia.  Approaches to refractory epilepsy. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4001229/

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